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A los 57 años de una desgracia que aún lacera el corazón
24.05.2021  

•  Cuando el Estadio Nacional de Lima estalló por una masa humana que intentó abandonar raudamente el coloso y se encontró con las puertas metálicas cerradas.

A los 57 años de la tragedia ocurrida en el Estadio Nacional, que dejó el triste saldo de 328 muertos y más de 500 heridos, cabe señalar que esa catástrofe aún lacera el corazón de los peruanos y del fútbol a nivel mundial.

Es preciso subrayar que un hecho de esta naturaleza no debe repetirse en el mundo entero, porque constituye un claro ejemplo de anti fútbol.

A lo largo de estos 57 años el desarrollo tecnológico también ha ganado terreno en el mundo del fútbol y es probable que con el uso del VAR se hubiera evitado la tragedia del 24 de mayo de 1964.

Por esa fecha estudiaba en mi querido Colegio Alfonso Ugarte de San Isidro, donde jugaba interminables partidos con jugadores que ya despuntaban como Luis La Fuente Ramírez, Eleazar Soria, Manuel Mora, Bernardo Vera y otros que tuvieron éxito profesional.

Como gran aficionado al fútbol no podía faltar al encuentro entre los seleccionados del Perú y la Argentina, que disputaban la final para los Juegos Olímpicos de Tokio.

Como la historia recuerda, Argentina se imponía por 1-0, cuando a escasos minutos para la finalización del encuentro el juez uruguayo Angel Pazos  anula un gol al puntero izquierdo peruano Víctor “Kilo” Lobatón, provocando una ira generalizada que terminó con la horrible muerte de centenares de aficionados.

El destino quiso que yo eludiera a la muerte, porque habiendo tomado la decisión de ingresar al Estadio Nacional, me di con la sorpresa que las entradas se habían agotado en las ventanillas. Pero, como siempre, había la opción de la reventa. Estuve a punto de comprar la entrada de reventa, la tuve en la mano, pero la mente me indicaba que mejor me distraía en el Campo de Marte donde ese domingo había una competencia automovilística.

Así fue. Desistí de ingresar al Coloso de José Díaz y tuve una tarde de espectáculo automotriz y otras distracciones. Antes de que concluya la carrera me retiré del Campo de Marte y tomé la famosa línea de buses Nº 33, que me llevó hacia otro destino recreativo.

Grande fue la sorpresa cuando llegué a mi casa ubicada en el pueblo de Santa Clara (Ate). Mis padres temblorosos y dominados por el llanto pensaban que estaba entre los muertos del Estadio Nacional. Allí recién me enteré de la desgracia y cómo esquivé a la “pelona”.

La radio informaba con asombro la tragedia, el ingreso al campo del Negro “Bomba” con la intención de agredir al árbitro, las bombas lacrimógenas lanzadas por la policía y la masa humana que se aplastó al intentar salir, encontrándose las puertas cerradas. Duelo nacional y dolor profundo por una falta no sancionada. Que no se repita jamás (JAC).

Miraflores, 24 de mayo de 2021.