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[RPP] Bicentenario de la olvidada Conferencia de Miraflores
28.09.2020  

La narrativa de la Independencia del Perú se ha asociado tradicionalmente a jefes militares y hechos de armas. Es indudable que hubo héroes y grandes gestas militares, pero la independencia de nuestra nación no se hubiera podido concretar sin la evolución de las ideas, sin la participación de la población civil y sin la gestión política de las crisis. No hay mejor expresión de esa realidad olvidada que la celebración de las llamadas Conferencias de Miraflores entre el 24 de septiembre y el 1 de octubre de 1820. ¿Por qué no se enseña desde los colegios que 16 días después de pisar suelo peruano, San Martín envió dos delegados de su entorno más cercano a una negociación solicitada por el virrey Pezuela? El argentino Tomás Guido y el colombiano Juan García del Río exploraron vías para evitar “el innecesario derramamiento de sangre”. Es probable que San Martín haya creído que la idea de una monarquía constitucional con un rey español podía resultar atractiva para su contraparte virreinal, que ya había perdido control de la mayor parte de sus colonias en América Latina. Pero es cierto también que necesitaba ganar tiempo para asentarse en un territorio que no conocía y conseguir aliados seguros en diferentes categorías sociales descontentas con el orden colonial. También los españoles sabían que la rebelión en Madrid del general liberal Rafael del Riego impuso el restablecimiento de la abolida Constitución de Cádiz e impidió el envío de refuerzos militares a América. El día 25 de septiembre se firma un armisticio y se entra a los temas de fondo, con el apoyo del Secretario Hipólito Unanue. La negociación fracasa porque España exige el acatamiento de la Constitución y los delegados de San Martín afirmaron en Miraflores que no era negociable la independencia del Perú. Miraflores era por entonces un pueblo con grandes extensiones agrícolas y algunas casonas a diez kilómetros de la capital enmurallada. Hoy es un distrito que ha dispuesto el embanderamiento el día 30 en memoria de esas conferencias, celebradas probablemente frente al emblemático Óvalo de Miraflores. Los historiadores Carmen McEvoy, José de la Puente y Víctor Arrambide participarán en un foro que dará luces sobre el esfuerzo de diálogo que lanzó el proceso que culminó cuatro años más tarde con la capitulación de Ayacucho. A falta de acuerdo, la Independencia se proclamó en Palpa y numerosas localidades del Perú, mientras Arenales combatía en la Sierra, Cochrane capturaba la fragata Esmeralda, preparando la entrada de San Martín el Lima, el establecimiento del Protectorado y las sucesivas llegadas de Sucre y Bolívar.

¿Por qué las Conferencias de Miraflores no han adquirido en papel que les corresponde en el relato de nuestra historia? ¿Será, como sugiere el psicoanalista Max Hernández porque desde la llegada de Pizarro nuestra historia está marcada por soluciones de fuerza y no por el esfuerzo racional de lograr acuerdos?

Justamente hoy se llevará a cabo una sesión del Consejo de Estado, precedida por una entrevista entre el presidente Vizcarra y el presidente del Congreso, Manuel Merino. Es de suponer que cada uno de ellos tendrá graves reproches que hacer a su interlocutor y guardará el recuerdo de frases excesivas y actitudes, por lo menos, equívocas. Pero hay algo más importante que las vicisitudes políticas de las autoridades de turno: el acceso a la vacuna, es decir la lucha por salvar vidas humanas y permitir que cada uno pueda retomar plenamente sus actividades productivas y personales. Esperemos que el recuerdo restablecido de las Conferencias de Miraflores inspire a los que dirigen la lucha contra el coronavirus y sepan unir fuerzas en vez de causa de “innecesario derramamiento de sangre”.
Las cosas como son

Miraflores, 28 de setiembre de 2020.