Miraflores, 18 de enero de 2024. El remodelado mercado Santa Cruz, en Miraflores, abrió sus puertas a fines de noviembre del año pasado. Desde entonces, decenas de personas realizan ahí sus compras diarias. Muchos de ellos son antiguos caseros; otros, nuevos clientes que van en busca de productos de calidad, como las frutas y verduras que vende Hilda Mónica Salazar Baldeón desde hace más de cincuenta años.
La señora Mónica, como la conocen cariñosamente sus compañeros y clientes, tiene 66 años de edad. Sentada en un banco de madera, afuera del puesto número 47, cuenta que su afinidad por el negocio se gestó desde temprana edad. Empezó ayudando a sus padres cuando tenía 15 años. Ellos, naturales de Ayacucho, fueron vendedores ambulantes, pero, con miras hacia el futuro, decidieron formalizar su actividad comercial. A ella y sus ocho hermanos le enseñaron lo necesario sobre la venta de frutas y verduras, pero solo Mónica optó por continuar con este negocio.
Todos los días, doña Mónica se levanta a las cuatro de la mañana y, quince minutos después, ya está en camino al Mercado Mayorista de Frutas. Tras abastecerse, inicia su jornada en el mercado Santa Cruz con productos frescos y a buen precio.
“Parece que fue ayer cuando empecé en este negocio. Me gusta lo que hago. He tenido la dicha de sacar adelante a mi familia vendiendo frutas y verduras por casi 50 años. Trabajar en esto implica mucho esfuerzo, paciencia y sacrificio”, dice nostálgicamente.
La llegada de la pandemia afectó a todos los comerciantes, quienes tuvieron que encontrar nuevas formas de mantener sus negocios. Aunque la adaptación no fue fácil, doña Mónica asegura que con el apoyo de sus hijos logró salir adelante. Actualmente, su hijo mayor, Manuel, la ayuda con la repartición de los pedidos de frutas y verduras que realizan incluso desde otros distritos aledaños.
“Hemos pasado por mucho. Ahora, con la remodelación del mercado estamos recuperándonos poco a poco. Es una oportunidad para todos los que trabajamos aquí y debemos tener paciencia y seguir trabajando duro”, comenta.
Doña Mónica desea trabajar algunos años más. Luego, lo que más anhela es viajar a la tierra de sus padres y caminar por el campo. “Este trabajo es muy sacrificado, te priva de muchas cosas, pero también te da grandes alegrías”, afirma con convicción.
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